La Córdoba-Almorchón fue una línea ferroviaria de vida difícil,
concebida sobre todo para sacar el carbón de las cuencas mineras, y
posteriormente (mal) adaptada para transportar pasajeros. La llamada “vía de la sierra”,
unía la ciudad de Córdoba con Almorchón (Badajoz), atravesando un territorio
tan abrupto que, en su día, ponía a prueba la potencia de los trenes… perdiendo éstos la partida en más de una ocasión.

Como mencionaba antes, la línea daba servicio sobre todo a las cuencas mineras.
Tiempo después, se empezó a dar servicio a viajeros, aunque la prioridad seguía siendo el carbón. Por esa razón, las estaciones estaban, a veces, a varios kilómetros de los pueblos a los que prestaban servicio.
En 1990 circuló el
último tren con viajeros; desde
entonces, y como es habitual en estos casos, las vías van desapareciendo
lentamente entre la vegetación.
Más al norte, el trazado se mantiene parcialmente para abastecer a la central
térmica de Pueblo Nuevo.
Siguiendo
los raíles encontraré algunas historias jugosas que espero os interesen…
Lo
que queda de la “vía de la Sierra”
Inconsciente
de mí, esta vía necesitaba un trabajo de documentación más exhaustivo del
que yo llevaba, y además, su tramo más interesante (Córdoba-Cerro Muriano) está
alejado de las carreteras, con lo que se hacía necesario dotarse de tiempo y un
par de chirucas; el calzado lo llevaba, pero iba a contrarreloj, así que la
mejor parte deberé seguirla "virtualmente".
Plano
altimétrico de la línea, donde son evidentes las terribles rampas entre Cordoba y Cerro Muriano:
En Córdoba, la línea partía de la
antigua estación de Los Andaluces
–hoy Córdoba Central-, saliendo de la ciudad por lo que hoy son las avenidas
Tenor Pedro Lavirgen y calle Escultor Fernández Márquez.
El “antes” y del “ahora”:
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A
las afueras de Córdoba, un viaducto metálico de 150 metros saltaba el barranco
de los Pedroches:
Desde
Córdoba hasta Cerro Muriano se construyeron diversas “vías de seguridad”,
escapatorias para que los trenes desfrenados pudieran descarrilar
controladamente. De manera incomprensible, en el punto más crítico de la línea
se hicieron dos escapatorias consecutivas que no servían para nada: una de
ellas no finalizaba en vía muerta, sino que volvía a reincorporarse a la vía
principal sin ningún sistema de retención de trenes. La siguiente escapatoria,
en Los Pradillos, no se construyó en rampa ascendente a causa de un desacuerdo
con el propietario de los terrenos, finalizando la vía en plano ante un
precipicio por el que se precipitaron varios trenes, incluido uno que provocó dos
víctimas mortales, en 1.964. Aquello fue la gota que colmó el vaso, y
finalmente se construyó una vía de seguridad en condiciones. Todavía queda el
rastro de la antigua y de la nueva escapatoria.
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El accidente mortal de 1.964 |
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Apeadero de Los Pradillos. Hacia la izquierda la línea en dirección Córdoba. Desviándose a la derecha, la nueva escapatoria (acabada en cuesta), y la "antigua". |
Intento
acercarme a las vías utilizando caminos, intuyo la vía en la ladera de la
montaña, pero no hay manera de dar con ella, como si quisiera huir de mi.
En
Cerro Muriano, me encuentro por fin
con las vías, surgiendo de entre una maraña de vegetación silvestre.
La
estación de Cerro Muriano tenía una playa con diversas vías, que a duras penas
asoman entre la tierra compacta que han depositado encima.
A
las afueras del pueblo, vuelvo a saltar las vías con la moto para alcanzar una
atalaya desde la que observo la loma en la que, durante muchos años, se pensó
que era el lugar donde el fotógrafo Robert
Capa tomó una de las fotos más icónicas del siglo XX y de la Guerra Civil
Española: Muerte de un miliciano.
Hay
severas dudas sobre la autenticidad de la foto, ya que no hay poca gente que opina que fue un "posado" intencionado... Hace pocos años se
“reubicó” el lugar exacto de esta instantánea, situándolo en las montañas de Espejo, 50 kilómetros al
sur.
El
miliciano en cuestión es Federico
Borrell García, militante anarquista, y sea la foto auténtica o no, la
cuestión es que Borrell murió en el frente, un día de septiembre de 1.936.
Cerro
Muriano también es conocido porque, a las afueras, están las inmensas
instalaciones del cuartel militar de
la “Brigada de infantería Mecanizada núm.
10”. Desde la carretera, se pueden observar decenas de tanques estacionados
dentro del recinto. Desde aquí han partido diversas misiones internacionales,
sobre todo hacia Bosnia y Kosovo.
A partir de Cerro Muriano, el trazado de la vía se suaviza, y circula muy cerca
de la N-432. Me desvío para hacer un par de fotos en la estación de Obejo:
Las vías me llevan hasta la Central Térmica de Puente Nuevo, situada junto al embalse del mismo nombre.
Inaugurada
en 1.966, dispone de un poblado anexo, con iglesia y centro social, que a mí me
recuerda inevitablemente a las antiguas colonias textiles de Cataluña.
Ésta será la última foto en la que los raíles estén semihundidos en la vegetación, ya que la vía vuelve a tener uso, para dar servicio a los trenes de carbón que descargan en la central térmica.
Más adelante, la estación de Espiel ha sido reconvertida en albergue municipal.
Más
adelante, la silueta de Belmez (pronúnciese
“Belméz”) se recorta en el horizonte, un fotogénico
pueblo de paredes encaladas coronado por un castillo que hace equilibrios junto
al núcleo urbano. Es una lástima no tener tiempo para hacer una buena excursión
hasta el castillo, estoy seguro que me estoy perdiendo unas buenas fotos.
Además
del castillo, Belmez es conocido por un hecho, digamos, “folklórico”: en 1.968,
su alcalde, Rafael Canalejo Cantero, pasó a ser una celebridad en todo el país
gracias a su victoria en el concurso televisivo “Un millón para el mejor”, de audiencia masiva en aquellos tiempos
en los que el “zapping” y el mando a distancia no estaban ni contemplados como
una opción futura. Invirtió parte del premio en pagar una delicada operación a
la hija de un policía municipal del pueblo.
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A la izquierda, Rafael Canalejo, paseando por las calles de Belmez junto a un periodista que le entrevistó para la revista "Lecturas" |
No
hay que confundir este pueblo con Bélmez
de la Moraleda, el de las famosas “caras”.
De
nuevo en la carretera, paso muy cerca de la Fuenteovejuna retratada
en la obra de teatro de Lope de Vega… Como curiosidad, añadir que el pueblo
acepta los cuatro nombres: con “be”, con “uve”, junto o separado: así es
imposible equivocarse.
A
partir de aquí, para seguir el rastro de las vías del tren hay que abandonar la
N-432, y seguir hacia el norte por unas carreteras secundarias que procuran una excusa perfecta para
atravesar pueblos rurales poco acostumbrados a los forasteros en tránsito.
La estación de Peñarroya-Pueblonuevo es todo un hallazgo
digno de contemplar para los amantes de las ruinas industriales: se conserva la
estación nueva, la antigüa, y por detrás de ella, una serie de fábricas
abandonadas, vestigio del poderío industrial que tuvo esta zona durante la primera mitad del siglo XX.
Aquí es donde doy por finalizada mi excursión (incompleta) por la Córdoba-Almorchón.
Accidentes
graves
Como
ya he mencionado anteriormente, esta línea tuvo una alta siniestralidad de
trenes, destacando por encima de todos el más grave, que tuvo lugar el 23 de
enero de 1.920 en la salida del túnel número 1, muy cerca del viaducto metálico
de Los Pedroches… Aquel día, un tren mixto compuesto por 23 vagones de mineral,
un vagón de primera clase, uno de segunda y dos de tercera se quedó desfrenado
poco después de pasar la estación de Cerro Muriano.
Las
vías de escapatoria todavía no estaban construídas, por lo que el convoy bajó
alocadamente hasta descarrilar dentro del túnel número 1, de 180 metros de
longitud, cuyo interior quedó convertido en un amasijo de hierros y personas
atrapadas. Murieron 10 personas, además de decenas de heridos.
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Trinchera justo antes del túnel 1, imagen de 1.979. Al fondo, Córdoba |
El
diario “La Voz de Córdoba” narraba así el accidente:
"A las doce de la noche tomamos el camino hacia el
escenario de la tragedia.
Llegamos primero a la boca del túnel donde se encuentran
destrozados los tres coches de viajeros.
Al lado de una inmensa hoguera se encontraban cuatro números
de la guardia civil y dos obreros de la Compañía.
La situación de los restos de los vagones, idéntica a la de
esta mañana, indicaba que no habían puesto una mano siquiera para desalojar la
entrada del túnel.
Quizás tras aquellos informes montones de hierros y maderas
se encuentren cadáveres de hermanos que estén demandando la caridad de una
pronta sepultura.
Posible es que aún existan víctimas con resto de vida que
estén sufriendo horriblemente aprisionadas. Esto es poco probable después de contemplar
el estado en que quedaron los coches.
Hemos oido afirmar a personas bien enteradas que el número
de viajeros pasaban de treinta, el de empleados de Compañía deberá constar de
quince indivíduos, cifras que sumadas hacen ascender el de personas que
conducía el tren a cuarenta y cinco.
Han aparecido siete muertos, diez y siete heridos y tres
ilesos; total, veintisiete.
¿Donde están los dieciocho restantes?
Aunque sea equivocado el cálculo referente a los viajeros,
no puede suceder lo mismo con el de empleados.
El tren llevaba diez frenos y dos galgas y a menos que la
Compañía no tuviese dotado el tren con el personal necesario, en cuyo caso su
responsabilidad sería enorme, doce eran los guardafrenos que en el convoy iban.
Han aparecido tres ¿dónde se encuentran los nueve restantes? Es indudable que
bajo los restos de la catástrofe"
El 26 de
diciembre de 1.932, un derrumbe en una trinchera junto al túnel número 8, en La
Solana, produjo el descarrilamiento de un convoy. Murieron el fogonero, el
guardafrenos y dos pasajeros, que fueron enterrados en el cementerio de San
Rafael de Córdoba, bajo una gran losa que recuerda “a las víctimas de la catástrofe ferroviaria de La Solana”.
Aparte
de estos accidentes, y del anteriormente mencionado de Los Pradillos, hubo un
goteo constante de incidencias, sobre todo en el conflictivo tramo de Córdoba a
Cerro Muriano.
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Descarrilamiento por derrumbe de un talud en los años 70. |
Saludos
y buena ruta!
Muy buena crónica. Me gusta
ResponderEliminarGracias por el halago, un saludo!
EliminarLo que llamas “vías de seguridad”, escapatorias para que los trenes desfrenados pudieran descarrilar controladamente, creo que se denominan "estrelladeros". Muy interesante crónica.
ResponderEliminarAgradecido por el apunte: yo lo había leído con esa denominación, pero ahora no recuerdo si era en un foro especializado en ferrocarriles o no...
EliminarSaludos!
Muy buena, Manel. Eres único
ResponderEliminarGracias, compañero! Nos leemos aquí, o en "el otro sitio" ;-)
EliminarSaludos y buena ruta!
"Ante tamaña escudería militar, yo me pregunto... ¿Dónde está “el enemigo”? Si invirtieran la mitad del presupuesto militar en las policías y guardias civiles de este país, seríamos mucho más efectivos para combatir al auténtico enemigo:"
ResponderEliminarMuy buena la cronica, salvo por este apunte personal, al cual tengo que decir que es de muy mal gusto, pues si te informaras un poco de, a que se dedica nuestro ejercito, y que hace,sabrias que si no hay enemigo es por que esta presente,y que hay compatriotas muertos para que tu puedas tener la libertad de escribir y pensar lo que quieras, Ademas de otras muchas cosas dentro de nuestras fronteras, de las que como te digo,antes de criticar, deberias de informarte.
Hola, "anónimo"! Ante todo, lamento haberte ofendido con esta frase; no voy a entrar en polémicas porque por encima de lo que pueda responderte está el abatimiento por haberte dejado con mal sabor de boca. Pero recuerda que ese mismo ejército que, según tú, nos facilita la libertad de expresión, se la quitó a algunos de nuestros abuelos en el pasado. No digo esto como arma arrojadiza para defenderme, sino para que recapacites sobre la cuestión de que el ejército ha vivido diferentes épocas según la política del momento, y en los tiempos que corren no tiene sentido (para mí) mantener semejante maquinaria bélica.
EliminarReleyendo el párrafo de la discordia, debo decirte con humildad que tampoco lo veo ofensivo como alegato antimilitarista: ¿pedir menos dinero para los militares y más dinero... ¿¿para policías?? Los que están en una eterna lista de espera de un hospital público para operarse, los que estudian enseñanza pública en barracones masificados, y los parados de larga duración que se han quedado sin PIRMI tienen más motivos para darme un sopapo en la boca.
Saludos!
fantastico tu trabajo,me he quedado pillado,si te pido que me digas si sabes cuando echaron abajo el viaducto del brillante.gracias
ResponderEliminarMuchas gracias por el halago y el seguimiento! Lo siento, pero no dispongo de la información que me solicitas... Prueba a preguntar en la "Asociación Cordobesa de Amigos del Ferrocarril" (http://www.amigosdelferrocarril.es/asociacion-cordobesa-de-amigos-del-ferrocarril/), auténticos expertos que seguro te pueden dar una respuesta.
EliminarSaludos!
Buenas Manel.
ResponderEliminarMuy bueno tu artículo. Me he criado en Puente Nuevo. Viví hasta los 11 años en el poblado que hay junto a la central térmica.
¿Pasaste por la estación de Alhondiguilla? Está a unos 500 m de la central (si mi memoria no me engaña)
Respecto al nombre de Fuente Obejuna, es cierto que se admite con B y con V, junto y separado, pero originalmente era "fuente abejuna", castellanización de Fons Mellaria, "Fuente de miel", el nombre romano de la villa. De ahí que lo más correcto sea usar la B.
Hola Pedro! Muchas gracias por el halago, siempre es una "prueba de fuego" que el autóctono apruebe lo que escribe el forastero... Recuerdo perfectamente el poblado de la central térmica, hoy bastante desangelado por las numerosas casas vacías, y con una arquitectura "fuera de lugar" por lo moderno del conjunto: estuve a punto de hacer una crónica sólo para él.
EliminarTienes razón, pasé por alto la estación de Alhondiguilla, pero ahora mismo no recuerdo por qué, si es que el camino era malo, o estaba escondido, o iba mal de tiempo y preferí pasar de largo.
Tomo nota de lo de "Fuente Obejuna"!
Un saludo, y gracias de nuevo.
Hola, muy buen reportaje. Estoy haciendo un trabajo por el interés patrimonial e industrial de esta vía. Si tienes más información te agradecería me lo dijeras. Mi padre fue maquinista del vapor e hizo muchas veces esta línea. También hablaba del túnel de la Balanzona de Mirabueno y de lo difícil que era la vía. Hay que preservar estos restos y reconvertirlos en un nuevo acceso ferroviario para contemplar estos paisajes. Gracias
ResponderEliminarSaludos, gracias por tu pulgar alzado, y suerte con ese trabajo "ferroviario"! Respondiendo a tu petición, no tengo más material sobre esta vía como simple aficionado que soy, pero seguro que en la "Asociación Cordobesa de Amigos del Ferrocarril" te van a proporcionar lo que necesites...
ResponderEliminarLa de anécdotas de sobremesa que debía contaros tu padre! Conducir una locomotora de vapor puede parecer nostálgico, pero no hay duda de que se ganó bien el jornal...
Gracias por el seguimiento, un saludo!!